24 de noviembre de 2010

Sonrisas

Sonia tenia una sonrisa especial, sincera y cálida que inmediatamente me hacia sentir bien, me gustaba mirarla cuando sonreía y con el simple hecho de mirarla la hacia sonreír entonces me pasaba largos momentos contemplando su perfecta sonrisa de dientes imperfectos. ¿Alguna vez te cansas de sonreír?, le preguntaba y por respuesta recibía otra sonrisa, soy feliz, por eso sonrío a la gente, solía decirme y en verdad que era feliz viviendo su vida nómada, errante moviéndose siempre de un lugar a otro sin ataduras, sin compromisos viviendo el presente sin preocuparse por el futuro.

Cuando la conocí nunca creí que fuera a convertirse en una parte importante de mi vida. Aquel día, o mas bien aquella noche cálida y húmeda sentado en el asiento del autobús mirando la nada por la ventana y pesando en lo poco útil que era mi vida,  no me di cuenta cuando aquella chica de cabellos largos y enmarañados usando pulseras y collares de madera se sentó junto a mi, solo note su presencia cuando al voltear me sonrió y un “buenas noches” salió como flotando de su  boca. Platicamos hasta muy tarde uno junto al otro como si fuéramos viejos amigos que se encuentran después de un largo tiempo de no verse, hablamos en aquel autobús  hasta que el sueño la venció, yo no pude dormir.

Salimos durante algún tiempo pero a los pocos meses nos dimos cuenta que ninguno de los dos estaba para cursilerías de noviazgos duraderos y cursis, mejor quedamos como amigos especiales cada quien por su lado y los jueves nos reuníamos en aquella solitaria cafetería charlábamos reíamos y caminábamos por las calles oscuras de la ciudad  hasta llegar a su pequeño apartamento donde pasábamos el resto de la noche entre besos y sonrisas. Fue un año o quizá un poco mas de aquella rutina, yo sabia que ella salía con alguien más, ella sabia que yo no era un santo pero los Jueves eran nuestros.

No se como pero nuestros encuentros fueron haciéndose cada vez menos frecuentes y cuando nos veíamos solo era para apaciguar las necesidades de la carne, Sonia ya no sonreía dejo su vida nómada y consiguió un empleo en una tienda de ropa, a veces lloraba cuando pensaba que yo dormía, yo nunca me di cuenta en que momento dejó de ser feliz o quizá no quise darme cuenta. Sonia olvido sus sonrisas en algún lugar de la ciudad, o quizá alguien se las terminó y solo le dejo aquella mirada melancólica.

Hace tres semanas vi a Sonia por ultima vez, cuando nos despedimos me pidió que no la volviera a buscar que olvidara su existencia, por un momento pensé  decirle que me dejara intentar devolverle la sonrisa quise decirle que me dejara devolverle la felicidad, que ahora ya estaba listo para los noviazgos duraderos y cursis pero no pude decirle nada ella solo cerro la puerta antes de que yo pudiera despegar los labios para decir algo. Hoy regrese a buscar a Sonia pero ya no la encontré  no dejo dicho donde iría. No pude evitar sentir un vacio y un nudo en la garganta, solo espero que donde sea que haya ido recuerde sonreír.

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