3 de noviembre de 2009

Nancy

Hubo un tiempo en el que yo consideraba a Nancy como un miembro más de mí familia, algo así como una prima muy cercana o en algunos momentos como una hermana. Desde muy pequeña pasaba mucho tiempo en mi casa, o yo en la de ella, debido a la gran amistad que unía a las dos familias desde tiempos anteriores a nuestro nacimiento. Soy mayor por casi un año, no es una gran diferencia, así que se podría decir que crecimos juntos y muy apegados durante los primeros años de nuestras vidas incluso, estoy seguro de ello, las familias llegaron a pensar en una posible unión matrimonial que fortaleciera aun mas los lazos de amistad ya de por si añejos y sólidos. Solo que al entrar a la temprana adolescencia por ahí de los 12 o 13 años digamos que empecé a torcer un poco mi camino y eso a Nancy, pero sobretodo a su familia, no les agrado mucho que digamos. Aunque nunca me lo pidieron ni fueron groseros conmigo, yo deje de frecuentar su casa y ella poco a poco alargó sus visitas a la mía hasta que desaparecieron.

Aun así, y a pesar de que ya no éramos tan apegados yo seguí considerando a Nancy como de la familia incluso en la escuela yo hacia algo así como el papel de hermano mayor y hasta la defendía de los gañanes que la molestaban y cosas por el estilo. La verdad es que nunca dejamos de ser amigos y aunque a ella no le gustaba el rumbo que iba tomando mi vida por aquel entonces, respetaba y a veces hasta alcahueteaba mis actos.

El caso es que el tiempo siguió pasando y yo, siendo sincero, nunca me fije en lo que Nancy se cargaba y no fue hasta aquella tarde, en la que estábamos en el parque consumiendo una caguama y fumando algunos cigarrillos como de costumbre cuando el pingüino me hizo notar lo bien formada que estaba Nancy y es que a sus 19 años pasaba por su mejor momento. De uno setenta de estatura, delgada, de cabello castaño claro largo y siempre suelto si bien su cara no era tan bonita sus ojos color de miel compensaban la falta de rasgos más finos, cintura breve y piernas largas eran las principales razones por las que varios le traían ganas.

– pinche totol esta bien apachurrable tu hermanita falsa, apoco de veras nunca te la has fajado – me dijo el pingüino mientras seguía con la mirada a Nancy que caminaba unos metros enfrente de nosotros.
– ¡no mames como crees claro que no! – respondí casi indignado como si me hubiera insultado.
– pus que pendejo eres si tu la tienes ahí al alcance de la mano, mira nada mas, viene para acá.
– hola tatú (ella me decía así desde niños) – me dijo Nancy al tiempo que agitaba su mano.
– que onda – respondí moviendo la cabeza, casi enojado.
– adiós, luego te veo – dijo ella sin dejar de caminar y sin dejar de agitar su mano.

El pingüino y el banano, que hasta entonces se había mantenido callado, la siguieron con la mirada sin perder detalle de cada uno de los movimientos de su cuerpo.

– invítala a la tocada del viernes totol con suerte y nosotros si nos afloja…
– ¡bueno ya estuvo cabrones! – grite enojado sin dejar terminar su frase al banano – con ella calmados.

Pero, aunque en realidad me molestaban los comentarios de mis amigos, una parte mi empezó desde ese momento a ver con otros ojos a Nancy fue como si un interruptor se hubiera movido a la posición de encendido dentro de mi, y en el fondo acepte que tenían razón porque era cierto que estaba bastante apachurrable.

Pues no se quien la invitó, yo no fui, pero resulto que el viernes en la fiesta que se organizó como siempre en la casa del banano llego Nancy y yo desde que la vi entrar me comencé a sentir un tanto incomodo, la verdad es que desde la escena del parque y aunque me negaba a aceptarlo había empezado a fantasear un poco. Decidí no prestar atención a mis pensamientos lujuriosos y fui hacia donde se encontraba ella platicando con algunas otras chicas, la salude con el beso fraternal de costumbre y le dije que iba a andar por ahí en caso de que necesitara algo, creo que ese fue el hecho que desencadeno lo que sucedió después, jamás debí dejarla al alcance de toda la bola de gandayas que solían ir a las fiestas del banano incluyéndome a mi, lo correcto hubiera sido sacarla de ahí y llevarla a su casa a que se durmiera.

Las chelas y el vodka empezaron circular rápidamente así que, en poco tiempo casi todos los presentes nos encontrábamos mareadones luego alguien saco la mostaza y al ritmo del blues que salía del bananesco estereo comenzó el debraye. Era como si flotara en medio de colores intensos, las caras de los presentes carcajeándose y el sonido de mi propia risa que iba y venia a lo lejos mezclada con la voz del jefe Waters que cantaba incansable y magistral desde el estereo, buen viaje. Cuando se me bajo un poco el efecto comencé a buscar una cerveza o algo que beber porque tenia la boca seca todavía tenia nubladas las ideas solo recuerdo que llegue a uno de los cuartos donde había una chica semidesnuda acostada boca abajo sobre el colchón seguro alguien ya había estado con ella pero en ese preciso momento no había nadie más en el cuarto o al menos eso creí. Al parecer aquella chica se había dado un buen toque y todavía andaba ausente así que aproveche la ocasión y me metí en la cama con ella y como no me rechazo sino todo lo contrario pues sucedió lo que tenía que suceder, en ese momento no sabía quien era ella y sinceramente eso era lo de menos.

Abrí los ojos y lo primero que sentí fueron los efectos de haber bebido chela en exceso, mire el techo y recordé que estaba en la casa del banano, busque mis pantalones, sabia que había estado con un chica pero no recordaba quien era, además cuando desperté ya no había nadie. Salí de la habitación solo quería ir a mi casa a bañarme y dormir.

– ¡eres un idiota! – era Nancy quien decía estas palabras al tiempo que me daba la bofetada mas fuerte que me habían dado hasta entonces.
– tranquila, que te pasa, que haces aquí – dije totalmente desconcertado, la cabeza me explotaba.
– me las hubieras pedido a la buena pendejo y te las hubiera dado – me grito llorando y en ese momento supe quien había sido la chica con la que estuve –no tenias porque darme tus porquerías.
– perdóname, yo no sabia que eras tu estaba muy mareado y además casi no había luz, te confundí – trataba de justificarme nerviosamente con pretextos entupidos. Un golpe certero en mi entrepierna hizo que cerrara la boca y un dolor intenso subió hasta mi estomago provocándome nauseas al tiempo que Nancy salía del departamento azotando la puerta.

Desde aquel día ella me desprecio profundamente, me dejo de hablar aun me sigue ignorando si nos cruzamos en la calle pero creo que nunca contó a nadie el motivo de su enojo ni siquiera a su familia que mostró gran extrañamiento al ver su actitud hacia mi. Yo sentía pena los primeros días después de aquello pero con el paso del tiempo mi pena se fue haciendo menos hasta desaparecer totalmente ahora si nos encontramos en algún lugar ella me ignora y yo solo la miro como si de un desconocida se tratara.

Lo que ella no sabe o al menos no supo en aquel momento es que yo no fui el único que estuvo con ella, antes de que yo entrara al cuarto el banano y el pingüino ya le habían pasado, de hecho, el banano estaba en el baño preparándose para la segunda ronda cuando yo entre, esto ultimo me lo contó hace poco él mismo casi arrepentido, también me dijo que me dejo hacer lo que hice porque pensó que seria divertido ver mi cara cuando supiera con quien había tenido sexo aquella noche y en efecto supongo que fue divertido para él encontrarme en el suelo bañado en sudor y a punto de vomitar después de aquel golpe que Nancy me dio. Tuvo que haber sido más que divertido en aquel momento porque incluso hoy cuando recuerdo la situación no puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mi rostro.